No había salido el sol en la madrugada del 13 de abril en la municipalidad del Alto, en Bolivia, cuando arribaron procedentes de Bogotá, con escala en Lima, el grupo de viajeros que confiaron en nuestra agencia para su primer encuentro con la sorprendente Bolivia, el país donde el altiplano es el rey. Los 4060 msnm con que fueron recibidos, no fueron un impedimento para que desde el momento cero, la aventura empezara con pie derecho.

Por recomendaciones del equipo de Baan Travel, los viajeros descansaron cerca de 5 horas en el hotel donde fueron instalados a su llegada a La Paz, sobre las 10:30 AM, teníamos una cita con el primer destino: Tiwanaku, el parque arqueológico preinca más importante de Bolivia, a 76 km de La Paz, se convirtió en ese primer encuentro con la cultura de este país andino, el pasado de la comunidad Tiahuanacota que construyó la historia del país aproximadamente del año 400 AC hasta el 1200 DC. Conocimos los restos de su civilización, sus monolitos, formas de sepultura y hasta la base de su economía. Una vez retornamos a La Paz, dimos un paseo por el popular mercado de las brujas y la maravillosa oferta gastronómica que hay en la zona para posteriormente descansar y recargar energías para el tour que se nos venía al día siguiente.

El día dos, vino cargado de uno de los destinos más emocionantes que tiene Bolivia, que, aunque compartido con Perú; se convierte en una parada obligada: el mítico lago Titicaca. Eran las 07:00 AM cuando empezó la travesía desde La Paz hacia el municipio de Copacabana, era imposible quedarse dormido y perderse el increíble paisaje altiplánico compuesto por valles y montañas con picos nevados en los extremos orientales y occidentales. La cita, era con el cuerpo de agua dulce navegable más alto del mundo, a más de 3800 msnm, cuyo proceso de formación se denomina “tectónico” y que empezó hace más de 66 millones de años en la era terciaria y que desde el origen de las comunidades nativas hasta nuestros días, ha representado a la vida misma para las miles de personas que habitan sus alrededores. De azules profundos y horizontes tan lejanos como infinitos, este destino maravilló los sentidos de nuestros viajeros de principio a fin.

Al retorno de Copacabana, el autobús nos ha dejado en el terminal terrestre del municipio de El Alto, para sobre las 10:00 PM, empezar el camino hacia el sur del país, al que quizás, era el destino más anhelado por todos; Uyuni.

Al tercer día, y con el gusto de haber podido descansar y dormir en el trayecto en bus (9 horas de viaje), llegamos a Uyuni, municipio autodenominado “la capital turística de Bolivia” que a 3650 msnm nos daba la bienvenida a continuar la aventura por quizás, el destino más añorado por todos, el famoso Salar de Uyuni. Luego de desayunar y tomar una ducha, sobre las 10:00 AM, emprendimos el viaje que empezó a las afueras de este municipio, al icónico cementerio de trenes, un lugar que convirtió en monumento turístico, a decenas de locomotoras obsoletas apartadas de la línea férrea y que han formado un paisaje infaltable en la visita a esta zona del país.

El tour continuó con la entrada al gran Salar de Uyuni, donde fuimos recibidos por un paisaje inundado de agua por la temporada de lluvias, el monumento al Dakar y el pabellón de banderas cuyos colores se funden y contrastan con el blanco y azúl natural del entorno. Una vez tomamos el almuerzo, fuimos trasladados hacia uno de los paisajes más increíbles que jamás hayamos visto: el corazón del salar. Y es qué, la sensación de inmensidad, el absoluto silencio y el blanco puro fundiéndose con el azúl profundo del cielo, se robaron toda la atención de los viajeros, la felicidad se notaba en los rostros de cada uno, parecíamos niños, el inclemente sol y frío por el viento y la altura no parecían importar, vimos el paso de las horas hasta llegar al ocaso, porque vivir un atardecer en el Salar de Uyuni, es sin duda una experiencia sensorial, inolvidable, mágica e irrepetible.

Al anochecer, y gracias a las inundaciones en el salar, tardamos cerca de 2 horas y media para llegar al hospedaje (cuando el salar está seco, sólo son 40 minutos), con el cuerpo cansado, y el espíritu lleno de felicidad, un merecido descanso nos esperó en aquella helada noche a más de 3800 msnm.

El cuarto día, nos esperaba con la visita a paisajes inimaginados, nos entramos al corazón salvaje de los andes bolivianos empezando por el mirador del volcán Ollage, apenas uno que se destacaba de entre más de 10 volcanes dormidos que se podían apreciar a lo largo del camino. Tuvimos la dicha de visitar las lagunas Cañapa y  Hedionda, dos cuerpos de agua dulce habitadas por flamencos y otras aves, de poca profundidad pero llenas de minerales como azufre, boro y hasta litio. Visitamos el desierto de Siloli, el lugar donde se encuentran los monumentos de piedra, “tallados” por el viento, el famoso árbol de piedra se encuentra en este lugar y es sin duda, uno de los lugares donde el viento sopla más fuerte.

En la tarde, el ingreso al parque nacional Eduardo Avaróa, nos permitió contemplar a la Laguna Colorada, uno de los paisajes del sur de Bolivia más bellos, compuesta de bórax, sodio y sulfato de calcio, emanando gases y rodeada de volcanes, sin dudas rompió cada uno de los imaginarios advertidos sobre ella, y fue tan solo un abrebocas para la siguiente parada; los géiseres. La sensación de pequeñez de nuestra humanidad, estuvo presente mientras estábamos en este lugar, prácticamente estábamos en el cráter de un volcán a más de 4800 msnm; decenas de fumarolas, hoyos con agua hirviendo a temperaturas mortales para nosotros y la emanación de olores propios de las entrañas de la tierra, se convirtieron en uno de los lugares más increíbles y fascinantes visitados durante nuestro tour a la sorprendente Bolivia.

La aventura no terminaba ahí, al atardecer, nos dirigíamos hacia la laguna Polques, en cuyo alrededor pasaríamos la noche a más de 4900 msnm. El frío era apabullante, no había chaqueta, gorro o guantes que lograra mantenernos cálidos, algunas personas manifestaron dolencias propias de la altura como dolores de cabeza y mareos, síntomas normales para personas que vivimos a menos de 1500 msnm y que, por primera vez resultamos expuestas a condiciones como las de ese lugar.

Al amanecer, y pese a las dolencias propias de la altura, el paisaje que rodeaba el hospedaje no podía ser mejor; una maravillosa laguna rodeada de volcanes, piscinas termales, vegetación propia de la altura y rebaños de vicuñas salvajes nos daban la bienvenida al quinto día de nuestro tour. una vez tomado el desayuno, procedimos a continuar el viaje hacia el desierto de Salvador Dalí, el perfectamente cónico volcán Licancabur y la laguna verde y tóxica a sus pies, el valle de piedras y el municipio de San Cristóbal en el camino previo al retorno a Uyuni.

Una cena muy boliviana despidió nuestro paseo por Uyuni. Apabullados por la altura y sus condiciones climáticas, tomamos un autobús con dirección a La Paz para prácticamente vivir nuestro último día en la capital del altiplano. Al amanecer del sexto día, y luego de haber dormido durante el viaje, volvimos al hotel en La Paz para descansar durante unas horas y continuar el plan de cierre.

Sobre las 11:30 AM, salimos del hotel y dimos otro paseo por el popular mercado de las brujas, sus puestos de artesanías y tejidos, tomamos el almuerzo en este lugar y posteriormente nos dirigimos en grupo hacia el sur de la ciudad para visitar el valle de la luna, un parque con formaciones geológicas producto de la erosión causada por el viento y el agua que ha formado un paisaje que parece estar en cualquier parte, menos en la tierra. Más adelante, llegamos a la estación del teleférico de color verde, para por primera vez, tener una visual de La Paz desde las alturas. Y sí, lo hemos conseguido; más de 30 minutos subiendo por el transporte aerosuspendido nos permitió ver perspectivas de esta ciudad que no habíamos visto a nivel del suelo, edificios, su arquitectura y hasta los más alucinantes paisajes donde picos nevados se mezclan con el urbanismo de una ciudad a la que se debe mirar con el alma para comprender su cultura y su grandeza.

El city tour terminó con una visita a la plaza Murillo de La Paz, un lugar que alberga la institucionalidad del país mismo; el palacio de gobierno, el palacio legislativo, la catedral nuestra señora de La Paz y otros importantes edificios que además, adornan y armonizan el entorno urbano. Un café boliviano para terminar el tour y despedirnos de nuestra magnífica travesía, un montón de emociones por lo vivido, por los vínculos establecidos y por el retorno a casa que se daría en la madrugada del siguiente día.

A Luz Miryam, Nilson, Dolly, Boris, Brayan, David, Oscar, Eva, Fabio, Johan, Javier, Julieth, Francisco, Orlando y Néstor gracias por confiar en Baan Travel para vivir esta inolvidable experiencia, por permitirnos acompañarlos en uno de los viajes más especiales que una persona de alma nómada pueda tener, esperamos que el vínculo permanezca para siempre.